La Torre Hearst fue proyectada por el arquitecto Norman Foster, sobre una antigua construcción destripada, desafía la línea tradicional de Nueva York con su elegante estructura triangular, su inteligente y sostenible diseño high-tech y sus múltiples destellos de acero y cristal.
Este diseño de marco del contorno, con sus vigas de carga diagonales, crea admirables estructuras triangulares, soslaya la exigencia de disponer grandes columnas en las esquinas y proporciona una distribución óptima de la carga. Pero además, este esquema permite ahorrar un veinte por ciento de acero respecto a un edificio con un marco de perímetro convencional.
Cada triángulo del edificio enmarca cuatro plantas de oficinas. La nueva Torre parece una piedra preciosa caprichosamente tallada por el propio Foster. Sus esquinas desnudas y cortadas arbitrariamente entre las diagonales –son estos los elementos más distintivos de la fachada externa e interna– acentúan la vertical del edificio, su esbeltez. Y, con su revestimiento de acero inoxidable y cristal de alto rendimiento, juegan a mancharse con los matices de la cambiante luz de Nueva York.
Por debajo, la fachada externa de la antigüa construcción sólo ha sido restaurada. Permanece inalterable, atentamente observada desde lo alto. Por el contrario, Foster ha extirpado el interior proyectado por Urban. El viejo edificio de los años veinte es ahora un hueco en forma de U que, paradójicamente, concede mayor presencia al nuevo conjunto. Foster ha aprovechado esta premeditada cavidad para crear uno de los elementos más destacados de la construcción y, al mismo tiempo, uno de los espacios más transitados y frecuentados por el personal de la sociedad Hearst: el lobby. Se trata de una amplia zona común que atraviesa los seis pisos del antiguo edificio art decó y que el reputado arquitecto ha denominado ‘Plaza Urbana’ por su carácter de punto de encuentro entre los trabajadores de la compañía, pero también por ser la frontera entre dos mundos, el de Hearst y el de los visitantes.
El espacioso lobby es un cuadrado aprisionado entre los viejos muros de piedra y hormigón beige. Desde aquí se accede a todas las dependencias de la Torre y, asimismo, el vestíbulo contiene los ascensores principales, el auditorio, salas de reuniones y la cafetería de Hearst. Este gran atrio alcanza una altura máxima de 21,4 metros hasta las claraboyas, que permiten el paso de luz y la trepidante vista del nacimiento de la Torre gracias a su efectista transparencia. A través del cristal, pueden observarse también las colosales columnas de acero que nacen en la ‘Plaza Urbana’ y que se elevan con el nuevo edificio, sosteniéndolo.
La nueva Torre high-tech de Foster destaca también en términos ambientales. Además de utilizarse un veinte por ciento menos de acero gracias a la estructura de rejilla diagonal –con lo que se ahorraron unas 2.000 toneladas de este material–, la Torre Hearst se construyó empleando el 85 por ciento de acero estructural reciclado, de las 10.480 toneladas empleadas en total.
Por otro lado, gracias a la tecnología, este gran edificio inteligente logrará economizar un veintiséis por ciento de energía en comparación con otros rascacielos de homólogas características. El sistema de cristales elegidos como revestimiento para la piel externa de la Torre se caracteriza por su baja emisión, lo que unido al ‘diagrid’, redunda en que todos los espacios interiores estén bañados por luz natural, sin que traspase la radiación que provoca el calor y con el consiguiente ahorro energético y económico. Otros dispositivos controlan la cantidad de luz artificial en función de la natural que existe en cada momento y los sensores de movimiento apagan los ordenadores y las habitaciones que están en desuso. Además, tanto la calefacción como el aire acondicionado utilizan el aire exterior para refrescarse.
Por su parte, la cubierta está diseñada para recolectar el agua de la lluvia. La cosecha sirve tanto para regar las plantas y árboles plantados dentro y fuera de la construcción, como para el funcionamiento del aire acondicionado. Se calcula que este sistema permitirá rebajar un veinticinco por ciento el consumo de uno de nuestros bienes más escasos, el agua. Así, la Hearst Corporation ha dado un importante salto cualitativo, implicándose en el valor que tiene disponer de un lugar de trabajo sano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario